¿Qué pasará con nuestras mascotas si algún día ya no estamos para cuidarlas? Aunque la ley no lo contemple, existen formas de anticiparse. Desde conversaciones honestas hasta planes de emergencia, preparar su futuro también es parte de quererlos.

Cada tarde, durante casi diez años, Hachikō se presentó en la estación de tren de Shibuya. Su mirada se perdía entre la multitud, en el movimiento incesante de los viajeros, en los pasos que no eran los que él buscaba. Movía la cola cada vez que creía reconocer un sonido, una silueta, un aroma. Pero su amigo no volvía. A la misma hora, en el mismo lugar, Hachikō seguía esperando un reencuentro que nunca llegó.

Esta historia ocurrida en Japón durante la primera mitad del siglo XX es profundamente conmovedora porque refleja la fidelidad y persistencia de un perro que siguió esperando, sin condiciones. No por nada inspiró monumentos, películas y homenajes: tocó una fibra universal sobre el amor que trasciende el tiempo. Pero si esa imagen nos conmueve, es también porque nos recuerda algo esencial: el vínculo entre una persona y su mascota no se termina con la muerte. ¿Y si algún día somos nosotros quienes partimos primero? ¿Qué pasará con nuestros animales si ellos nos sobreviven?

Hoy, la legislación chilena no tiene una respuesta clara, pero ya hay algunas luces. “El problema de fondo es que los animales todavía son considerados jurídicamente como cosas, no como sujetos de derecho”, explica el abogado Cristian García, quien ha seguido de cerca los debates recientes en torno a la tenencia de mascotas. Esto significa que, en caso de separación o fallecimiento del tutor, no existe un régimen de visitas o de cuidado personal similar al que se aplica con niños.

Sin embargo, en 2022 se dio un fallo inédito en Chile. Un tribunal civil de Santiago acogió una demanda de cese de bien común y estableció la tenencia compartida de dos perros de raza Shih Tzu entre una expareja. La jueza, reconociendo el vacío legal, encontró una fórmula para resolver el conflicto: considerar a los animales como bienes comunes, aplicando normas de copropiedad. 

“Lo ingenioso y lo humano de esa sentencia generó mucho ruido en el mundo jurídico. Fue la primera vez que un tribunal se pronunció sobre algo así. Lo que llamó especialmente la atención es que, en una parte del fallo, la jueza expresó que es ampliamente reconocido que los animales tienen emociones, que son seres sintientes”, cuenta García.

Actualmente existe un proyecto de ley que busca modificar la Ley 21.020 sobre Tenencia Responsable y regular este tema de manera definitiva, incorporando mecanismos más claros para el cuidado de los animales en caso de separación o fallecimiento.

Más allá de la ley: formas cotidianas de cuidar su futuro

Aunque en Chile la legislación aún no reconoce a los animales como sujetos de derecho, existen formas concretas de anticiparse y proteger su bienestar en caso de que no podamos seguir cuidándolos. La American Veterinary Medical Association (AVMA) recomienda que todo tutor responsable tenga un plan de contingencia en caso de emergencia, enfermedad grave o fallecimiento. Esto incluye designar a una o más personas de confianza que estén dispuestas a hacerse cargo del animal, así como dejar instrucciones claras por escrito sobre su alimentación, tratamientos médicos, rutinas y cuidados especiales .​

A veces no es necesario un documento formal de por medio: una conversación honesta con familiares o amistades cercanas para establecer un acuerdo de buena voluntad puede ser suficiente. Explicar quién podría asumir el cuidado, qué tipo de vida lleva la mascota, si tiene miedos, rutinas, medicamentos o necesidades especiales puede marcar una enorme diferencia en un momento de incertidumbre.​

Otro aspecto importante —recomendado tanto por asociaciones veterinarias como por fundaciones dedicadas al bienestar animal— es adecuar la adopción a nuestras propias circunstancias vitales. Para personas mayores o con condiciones de salud complejas, puede ser más apropiado adoptar animales adultos, con menor nivel de actividad o necesidades más predecibles. Este tipo de decisiones no solo benefician al animal, sino que también hacen más fácil proyectar su cuidado futuro.​